Mientras continuaban resonando los ecos del sorteo de la fase de grupos de la Copa Libertadores y la Copa Sudamericana 2024, el fútbol argentino se vio envuelto en otro escándalo. El desenlace del partido entre Unión de Santa Fe y Central Córdoba de Santiago del Estero terminó en controversia debido a la reacción de furia de los jugadores de Unión hacia el árbitro del encuentro, Nazareno Arasa.
Todo se desató por el gol de empate agónico del equipo santiagueño, anotado por Camilo Viganoni a los 97 minutos de juego. Arasa había adicionado seis minutos de tiempo extra, pero la pelota se desvió en su cuerpo brevemente, lo que provocó una breve interrupción. Como resultado, el árbitro extendió la duración del partido y en ese tiempo adicional llegó el gol del empate.
La frustración en Unión se había ido acumulando a lo largo del encuentro. El director técnico del equipo santafesino, el Kily González, fue expulsado por uno de los árbitros asistentes, quien lo acusó de protestar en exceso durante el segundo tiempo. Esta expulsión aumentó la indignación en Unión.
El equipo Tatengue protestó por jugadas polémicas, como un posible penal por una mano en el primer tiempo y otro penal anulado por un fuera de juego en la segunda mitad. Sin embargo, en ambas ocasiones, el equipo arbitral actuó correctamente. Lo mismo ocurrió con una falta que precedió al primer gol de Central Córdoba.
Además, los jugadores de Unión reclamaron por las llamadas «chiquitas», situaciones del juego que consideraban que favorecían al equipo visitante. Por lo tanto, al final del partido, varios jugadores se dirigieron en masa a Arasa para expresar su descontento, mientras que el árbitro se mantuvo desafiante. Después del partido, ni el entrenador de Unión ni los jugadores emitieron declaraciones.
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